Moisés Castro Rodríguez, natural de San Paio, en Coristanco, con origen materno en Meirama, Cerceda, terminará en la primera semana de este próximo mes de mayo sus estudios en el Seminario Mayor de Santiago. Poco más de un mes le falta ya para esa carrera de cura, como se decía antiguamente.
¿Significa eso que será sacerdote ya al momento? No, antes debe ser ordenado al diaconado y al presbiterado, y eso tardará aún algunos meses, sin fecha fijada, el tiempo suficiente para completar su formación en diversos aspectos, además de especializarse en un área. Él ha elegido la atención a los enfermos y los mayores. Dependerá, como todo, de quien lo valora y sobre todo del arzobispo, pero en condiciones normales esa ordenación definitiva se producirá a mediados del año que viene.
Por tanto, con 45 años, aunque cumplirá los 46 en octubre del 2025. Es una edad tardía para lo habitual en los sacerdotes, pero que él asume con total naturalidad, y además le ve las ventajas del amplio bagaje vital desde que fue militar profesional con 18 años en la Marina, posteriormente escolta de un empresario en Madrid, y más tarde empresario, al frente de tres sociedades. También tuvo novia mucho tiempo.
Pero un día (no de uno para el otro, sino tras un proceso de dos años de reflexión), decidió dejar atrás esa larga etapa y hacerse sacerdote, un cambio total. «Foi un paso definitivo, decidido e confiado», explica, sin vuelta atrás, pese a los momentos de duda que pudieron acecharlo durante sus estudios en el Seminario. «Quen diga que non ten esas crises, non é certo. Pero quen nos sostén é Cristo e máis unha fe forte. Se a tes feble, iso tambaléase. Non é o meu caso», señala. Tiene claro hacia donde va: «Nisto non se trata de buscar unha profesión. Se vas a especular, non es sacerdote. Isto é unha vocación, ter a vocación no corazón. Por iso saen tan poucos curas, porque o sentido vocacional parece que se perde. Pero non só se ve aquí, tamén na medicina, na ensinanza…». En su caso, cuando ingresó en el Seminario, tenía algo de temor por retomar unos estudios que había dejado veinte años antes, pero académicamente no tuvo problemas. Además, determinadas disciplinas que se imponen en los Seminarios para él eran algo asumible. A los jóvenes les cuesta algo más.
La especialización en la atención a mayores y enfermos también la tiene muy clara. «É un labor moi necesario, e moi agradecido. Escoitalos, comprendelos, botarlles unha man, acompañalos se fai falta. Creo que ás veces fallamos nesta parte humana, que eu considero moi necesaria, humana e espiritual», explica. Incluso por la parte familiar lo tiene muy asumido, con una abuela de 90 años a la que atiende. Asegura que la atención debe ser plena, «os sete días e as 24 horas, estar alí cando te chamen», sobre todo en los casos más graves, en las últimas llamadas. «Sempre aparece nas esquelas que tal persoa morreu confortada cos auxilios espirituais, pero non sempre é así estritamente, e eu quero que si sexa, que a persoa que o desexa teña esa paz e esa tranquilidade», indica.
Moisés no cree que llegue tarde. «Creo que están por vir os anos máis intensos e fructíferos», opina. Y que sus conocimientos de la vida lo ayudarán a abrir más puertas. Dónde, ya se verá. El arzobispo ordena los destinos en función de las necesidades de la diócesis, y él dice que, pudiendo escoger (que no puede) le agradaría estar en el arciprestazgo de Bergantiños. Con la parroquia de Carballo colabora desde hace cuatro años. O en el entorno de Cerceda, por su familia materna y donde tiene mucha relación. Señala que aspira a ser «cura de aldea, de trato normal», y a mantener ese estado de paz al que ha llegado.
Fuente: La Voz de GAlicia