La calle Martín Herrera de Carballo ya parece una gran plaza, con la plena integración en el atrio de la iglesia. El muro que separaba el templo de la vía hace tiempo que desapareció. También los cipreses, y sobreviven dos cedros (podados) y un ginko biloba, especie milenaria que se salvó de la tala gracias a sus insólitas propiedades botánicas.Van tres meses y unos pocos días de obras y le queda un mes más para terminar. A finales de noviembre debería estar lista. En todo caso, si surge algún inconveniente o el tiempo se complica (hasta ahora ha ayudado) antes de Navidades. Pero a la vista de cómo está avanzando todo seguramente la primera previsión será la correcta. Queda bastante por hacer en el interior (ahora ya no se puede citar como tal, porque todo está abierto) del atrio, además de la prometida pantalla vegetal para la pared lateral de la Dulcería Vella, lamentablemente cerrada para poder aprovechar la inmediata urbanización. También resiste la cabina telefónica, pese a su escaso uso.
Los trabajos en marcha (a cargo de López Cao, por 296.000 euros) suponen un uso ya minoritario de las vallas. Ayer, cortaban el acceso a la Jacinto Amigo Lera, además de otros puntos cercanos al cruce con las calles Igrexa y Coruña. La señalización ha sido constante, lo mismo que las marcas de paso. De hecho, hasta parece que las obras se han realizado en medio de un gran silencio ambiental. Ayuda la ausencia de coches, pero también un tránsito limitado. En ocasiones, parece que hay más inspectores que viandantes por una vía que lleva el nombre de un cardenal salmantino que falleció en Santiago en 1922. Justamente la parroquia aportará algunos elementos al entorno, como la escultura de una Virgen en la zona frontal. El cruceiro se mantiene; el verde, un poco, y habrá olivos. Un paseante, que se identifica como Fernando, no estaba ayer precisamente contento con los cambios: «Xa estaba ben antes», dice. Echa de menos la pérdida vegetal, entre otras críticas. Una opinión justamente contraria la aporta el profesor y artista Antonio Taracido, que reside a pocos metros. Declara que quedó muy contento con este cambio, pero no solo con este: «Carballo mellorou moito, está cambiando ao 100 %», explica.
La casa rectoral o el Museo de Bergantiños ganan ahora presencia con un empedrado que recuerda al que ya hubo hace años, aunque de nueva factura, similar a la que, por ejemplo, tiene la calle Colón y llegará a otras vías del casco urbano.
Fuente: La Voz de Galicia | Foto: J.M. Casal