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De corazón de piedra– a corazón de carne
Este miércoles comenzamos la Cuaresma con la imposición de la ceniza, como signo de conversión y deseo de sentir y actuar en la vida como hombres y mujeres con corazón permeable al amor de Dios y al clamor de nuestros hermanos.
A lo largo de todo este tiempo –Cuaresma y Pascua- se nos va a insistir sobre la necesidad de cambiar el corazón. Pediremos al Señor, con los profetas, que cambie nuestro corazón de piedra por un corazón de carne, que nos dé un corazón nuevo, grande, sensible, generoso, como el corazón de Cristo.
Este cambio de corazón es lo que llamamos conversión. Sabemos que esto, por desgracia, no se va a hacer en un día ni en una Cuaresma, sino que habrá que convertirse día a día, progresiva y permanentemente. Tenemos que vivir en estado de conversión.
Al hablar del corazón nuevo nos hará bien recordar un sencillo pensamiento de Fray Luis de Granada. Decía este clásico que el hombre debiera de tener un corazón de hijo para con Dios, un corazón de madre para con los demás, un corazón de juez para consigo mismo. Puede ser una buena meta para el cambio cuaresmal.
Porque ¿cuál es la realidad de nuestro corazón? La realidad es que lo tenemos todo cambiado. Nosotros tenemos un corazón de siervo para con Dios, de juez para con los demás, de madre para con nosotros mismos. Y así nos van las cosas.
Así pues el camino del corazón, el camino cuaresmal es, tener un corazón de hijo para con Dios, de madre para con los demás y de juez para con nosotros mismos. Necesitamos un verdadero trasplante, cambiar el corazón viejo por uno nuevo, el corazón pequeño por uno grande, el corazón encogido por uno valeroso, el corazón de piedra por uno de carne.
Un corazón de carne es un corazón capaz de compadecer, de comprometerse con el otro y meterlo dentro de sí, capaz de amor y de entrega, un corazón que se parece al de Dios. Un trasplante así es un verdadero milagro, reservado a la técnica del Espíritu.
Cuarenta días…
Cuarenta días para cambiar nuestros corazones al estilo del profeta Ezequiel: “Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Les infundiré mi espíritu y haré que caminen según mis preceptos y que cumplan mis mandatos poniéndolos por obra” (Ez 36,26-27).
Hoy miércoles de Ceniza comenzamos la Cuaresma. Tendremos 40 días para prepararnos para morir con Cristo, más sobre todo para resucitar con Él.