Puesto que ni los organizadores ni la subdelegación del Gobierno acostumbran a pronunciarse al respecto no hay datos para juzgar si la de ayer -con permiso del Año Jubilar- fue la procesión de la Milagrosa más numerosa de cuantas se han celebrado hasta la fecha, pero lo que sí resulta innegable es que el barrio carballés fue escenario de una multitudinaria demostración de devoción y apego por las tradiciones.
Poco importó que el sol y las altas temperaturas se sumasen a la fiesta ajenos a lo que marca el calendario. Los vecinos plantaron cara al calor para participar en el día grande de los festejos. Aunque también es cierto que las sombras estuvieron muy cotizadas durante la misa disimulando en parte el gran poder de convocatoria de la celebración. Muchos de los presentes evitaron la parte central y más soleada de la plaza y los que no lo hicieron recurrieron a gorras, sombreros e incluso periódicos, además de paraguas reconvertidos en sombrillas, para tratar de eludir al sol.
Los 84 funcionistas y los representantes de todos los grupos políticos locales -el alcalde Evencio Ferrero (BNG), Miguel Ferreiro (PP), Mari Carme Vila (PSOE) y José Bello Pallas (TeGa)- ocuparon las primeras filas de asientos dispuestos para los asistentes a la misa oficiada por José García Gondar, Eduardo Puga y José Aumente, director del Departamento de Pastoral de Circos y Ferias de la Conferencia Episcopal, que durante los últimos días se había encargado ya de predicar en la Novena. García Gondar aprovechó el oficio para anunciar que el año próximo habrá un paso nuevo para dar más vistosidad a la procesión, así como vidrieras nuevas en la capilla.
Fue al acabar la misa -en la que cantó la Coral de Bergantiños y que se prolongó por espacio de algo más de una hora- y dar paso a la procesión cuando la marea humana cobró forma en toda su magnitud para seguir a la imagen de la Virgen en un recorrido adornado por las alfombras florales preparadas por las vecinas.
El trabajo desarrollado en los últimos días y, en especial, durante la madrugada anterior por el grupo coordinado por Lola Queijo se materializó en esta ocasión en un elaborado y colorido abecedario ilustrado por el que avanzó a paso solemne y con el acompañamiento de la banda de Música Eduardo Pondal de Ponteceso la multitudinaria comitiva. Desde la «a» de abejas hasta la «z» de zuecos, todas las letras estuvieron representadas en una esmerada alfombra dividida en varias secciones que tuvo una fugaz pero celebrada existencia.
Pasadas las dos de la tarde concluía el recorrido, pero no la fiesta, que aún se prolongó durante varias horas más al ritmo de la orquesta Santiago DC y con el aderezo de los juegos populares para los más pequeños y de los bailes tradicionales de la asociación Nemeth. Un lúdico fin de celebraciones para una jornada en la que los carballeses pusieron color al fervor.
Fuente: La Voz de Galicia