Esta semana de peregrinaje junto a la imagen del Apóstol Santiago toca a su fin. Podemos decir que han sido días muy intensos en los que la Palabra de Dios se ha ido haciendo presente en las distintas comunidades parroquiales de la unidad pastoral. Ha sido emocionante ver cómo, desde la sencillez propia del pueblo, la acogida tanto a la imagen como a los misioneros que hemos venido de fuera, ya era Palabra de Dios para nosotros. Hemos podido disfrutar de la tradición de un pueblo que, con sus achaques, sus dificultades, sus desvelos y su “juventud acumulada”, se sienten herederos de una fe que ha sido y sigue siendo la VIDA para sus vidas. ¡Cuánta historia y cuántas historias! Contemplar esos templos, capillas, ermitas, cementerios,… tan cuidados, incluso mimados, denota una sensibilidad especial que no puede venir de otro lugar sino de creer firmemente en Aquel que sigue muy vivo y presente en medio de nosotros. Termina este peregrinar, pero comienza el auténtico, el del día a día, el de la vida diaria donde tenéis que ser vosotros quienes sigáis sembrando la Palabra que se ha fortalecido en vuestros corazones. Este tiempo de mirar hacia dentro, nos tiene que hacer mirar hacia fuera, hacia nuestro entorno más cercano (familia, amigos, vecinos,… parroquia…), y junto con nuestros párrocos, emprender la auténtica misión evangelizadora de nuestra gente. ¡No os canséis de anunciar! ¡No dejéis de invitar una y otra vez! ¡Fortaleced la vida de la comunidad en la celebración de los sacramentos y el encuentro con los hermanos! ¡Aferraos a la estela de Santiago Apóstol y, de la mano de María, nuestra Madre, seguid anunciando a Jesucristo como CAMINO, VERDAD y VIDA!
¡Unidos en la Misión!