El día grande de las fiestas del barrio carballés de A Milagrosa, otra de las grandes citas marianas de la Costa da Morte, estaba llamado a ser una jornada «de recollemento», como decía Luis Barca Añón en Radio Voz. Las alfombras florales, la misa solemne y la procesión, actos más aguardados del domingo, congregaron a una multitud, palpable por el gran número de vehículos en la zona, pero también por cómo de llena se vio la carpa y la jaima instaladas este año para prevenir elevadas temperaturas como las que se dieron en las últimas ediciones.
No hubiese hecho falta, a juzgar por las temperaturas de ayer, pero el tiempo es impredecible y tiene estas curiosidades. «Houbo moita xente», comentaba poco después de los oficios el sacerdote José García Gondar, acompañado ayer durante la eucaristía por el padre José Aumente, responsable de la Pastoral de Carreteras en la Conferencia Episcopal Española. Desde las tres de la tarde del sábado hasta la madrugada de ayer trabajaron muchos en la confección de los mantos florales, que quedaron bien lucidos. Sus dimensiones y el nivel de implicación hacen de estas unas obras verdaderamente singulares en la Costa da Morte. Es un trabajo de acopio durante meses y que, ya durante la propia elaboración, atrae a muchos curiosos, pero todavía más en el momento del paso de la procesión. Van 31 años de tradición, «resultado do esforzo altruísta de moita xente, sacando tempo ao seu tempo», como decía Barca.
Fuente: La Voz de Galicia