“Ya es hora de recuperar el agua bendita en las iglesias”

por parroquiacarballo

La parroquia de Carballo ha instalado dos dispensadores automáticos de agua bendita sobre las pilas que hay en la entrada de la iglesia.

El objetivo de esta iniciativa es devolver a los fieles la posibilidad de persignarse con agua bendita al entrar en el templo. Este gesto tan tradicional para los fieles de la iglesia católica fue  eliminado a causa de los efectos secundarios de la pandemia de COVID-19. Las pilas bautismales con agua estancada donde cada cual metía la mano para después llevarla a la cara parecían un evidente foco de contagio y el Vaticano decidió recomendar que retiraran este sacramental de la entrada de las iglesias en todos los templos del mundo y cumplir así las recomendaciones higiénico-sanitarias para evitar contagios.

El agua bendita la hemos utilizado durante siglos. De hecho, los primeros cristianos ya la usaban generosamente. Este sacramental atrae bendiciones a personas, animales, hogares, campos, si es utilizada con buena fe. Todas las iglesias tienen en la entrada una pila para el agua bendita. Los fieles, al entrar, introducíamos dos dedos en el agua y hacíamos la señal de la cruz en nuestro cuerpo. A veces, también se donaba a la persona que venía detrás. Esta agua es buen recuerdo de nuestro bautismo, el momento en que nuestra alma quedó limpia en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Para recuperar esta tradición y evitar que diferentes personas puedan tocar el mismo líquido hemos colocado los dispensadores de agua bendita en nuestra iglesia. El mecanismo es tan sencillo como los ya omnipresentes dispensadores de hidrogel. Poniendo las manos debajo se activa la máquina que dispensa la cantidad de agua suficiente para santiguarnos. El agua no se acumula y los fieles no tienen que tocar con las manos ninguna parte de la bendita máquina, minimizando hasta la nada el riesgo de contagio por COVID-19.

Santa Teresa de Ávila dice: “Tras muchas ocasiones, tengo la experiencia de que no hay nada como el agua bendita para hacer huir a los demonios y evitar que regresen. De la cruz también huyen, mas vuelven. Debe ser grande la virtud del agua bendita”

Entremos, pues, en la iglesia santiguándonos con agua bendita.

 

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