Caión

por

¿Por qué los gallegos habremos levantado tantos santuarios marianos junto al mar?

Desde la ribera, el mar se nos ofrece como infinito, interrogante permanente, con su fuerza, sus ritmos. Azul, amable, en los días de bonanza, fiero y gris cuando las tormentas y los vientos lo azotan.

El ser humano se siente mínimo ante tanta grandeza, ante tanto misterio.

¿A quién acudir? Toda la belleza del mar, cuando el devoto, pasado el verano, ha de emprender nuevas fatigas, entonces, el mar se vuelve femenino, es la mar, con un azul de aguamarina, es una joya para honrar a María Santísima.

Las olas llegan acompasadas a la playa, la alfombran con encajes de Camariñas y fenecen besando la arena blonda, como si fueran los pies de la imagen de María, Nuestra Sra. de los Milagros, que en santuario se venera.

“María” es palabra que sugiere “mar”, misericordia, amarguras. Por todo ello peregrinamos a Caión.

El santuario, allá en lo alto, nos eleva por encima de nuestras miserias.

María acoge, escucha, bendice a todos sus devotos.

Un poeta, en su arrebato, dijo aquella frase: “¡oh, quién fuera marinero para morir en la mar!”

Querría decir, pienso, morir en los brazos de María.

Que así sea.

 

También te puede Interesar

× ¿Cómo puedo ayudarte?