En agosto del treinta y seis
España entera sufría,
año convulso como sabéis
del cielo vino Antonio María.
Un niño sano, muy querido,
que en el Mondoñedo clerical
para gran misión nacido
cultivará su vocación sacerdotal.
En Salamanca y Munich
fue alumno y maestro
de Ratzinger predilecto,
mantienen singular afecto.
La ciencia de cánones y teología
bien ensamblada y firme
está en perfecta armonía
en su mente de profesor.
Las campanas de la Almudena
con las del Obradoiro en cadena
celebran de D. Antonio el año ochenta
en la espera del año noventa.
En Madrid, la gran capital
fue de España señor cardenal
laborioso, sabio, entregado
presidió la Conferencia Episcopal.
Cumbre de la Galicia eclesial
alcanzó Rouco en la historia
de esta tierra es su mejor gloria
nuestro paisano cardenal.
Vino a Compostela, peregrino,
hizo de Santiago el Camino
acompañado de juventud
que le seguía en multitud.
Bordada de poética filigrana
la hermosa torre Berenguela
hoy al cielo azul proclama
felicitación a Rouco Varela.
E como cada ano
fainos o agasallo
de visitarnos en Carballo,
así, desde antano
nos días do verán.
E virá tamén,
Dios diante!
o ano que vén.