Mascarillas

por parroquiacarballo

La devoción mariana que hay en el corazón de Bergantiños, aparece ahora en las mejillas de los devotos.

En esta hora septembrina, cuando el verano agoniza, Bergantiños se corona con celebraciones a María que trascienden la propia comarca.

Vamos casi todo el año enmascarados, pertrechados de seguridades defensivas, no queremos complicaciones.

Mas, de pronto, los rostros bergantiñáns proclaman su amor a María. Lo llevan, sí, en lo hondo del corazón, pero ahora, ni la pandemia es capaz de reprimirlo.

Florecen imágenes de María Santísima en las mascarillas del pueblo. Un testimonio vivo de amor a la Señora. Como si cada devoto, al ir estampar un beso en su imagen preferida, recibiera otro de María y marcada quedase su mascarilla para siempre.

Hay tantos tatuajes, indescifrables, horrendos, medicinalmente no recomendables. Pues bien, María dulcifica, llena de vitalidad los rostros, se dibuja en los ojos de los que, obedientes a la ley y a su amor mariano, se cubren con la mascarilla de las que ofrecen los santuarios.

Carballo tiene vigente una operación “derribando muros con pintura”. La mascarilla mariana refleja lo auténtico del cristiano. Se siente hijo de María y quiere derribar odios, sembrar amor en tiempos de egoístas pandemias.

Cuando veo una mascarilla mariana, siento que tengo delante una persona amiga, devota de María, con la que puedo compartir afanes y alegrías, pesares y olvidos.

Bienvenida la mascarilla mariana. Ha llegado para quedarse mientras dure la pandemia. Que María, llevada en el corazón y rostro de sus hijos, nos haga más llevadero el trance que estamos sufriendo.

Y pasados los años, la mascarilla, como un tesoro familiar, recordará a los venideros que Carballo resistió, sí, pero fortalecida su alma con la protección de María, invocada en cada mascarilla.

Xosé Pumar

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