Solemne, emotiva, es la Semana Santa en Carballo y el Septenario de la Virgen de los Dolores.
Pero en la iglesia parroquial tenemos todo el año, todos los días, un recuerdo permanente de la Pasión del Señor. Así:
-Una imagen de la Dolorosa, talla de dimensiones naturales. Cuando la ponemos al lado de la Cruz de los jóvenes, reproduce la misma escena del Calvario. María en pie, mira a Jesucristo Crucificado. Comparten ambos la obra de la Redención de la humanidad. Aportan un dolor conjunto, esperanzado. Porque la Resurrección será el final glorioso.
-Sobre el altar de la parroquia, un Cristo Crucificado. El Sto Sacrificio de la Misa, las palabras del Evangelio, que en el presbiterio de la iglesia se celebran, son como el Mensaje Real de las palabras del Señor, hoy, para nosotros.
-María acoge el Cuerpo Exánime del Señor. Sus brazos, que le acogieron Niño en Belén, están igualmente ahora a disposición de Jesús, aunque muerto.
Pero María fue proclamada Madre nuestra, pocos instantes antes, desde la Cruz por Jesús moribundo. Tenemos los brazos de nuestra Madre María dispuestos a acogernos a nosotros, siempre, en vida y en la hora de la muerte.
-Finalmente, María en Soledad. La acompañamos como hacemos con el vecino, la familia, herida por la muerte. Queremos consolar. Por ello, ponemos su manto negro con recamados dorados, significando, tanto el dolor por la muerte, como la esperanza gloriosa de la Resurrección