Nuestra Señora del Carmen, en Camariñas

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(Para mi amigo D. Eduardo Puga, párroco de Camariñas)

En la alborada sopla una suave brisa que mece las embarcaciones, todas regresadas a puerto, para el día grande. Una motora recibirá singular ornamentación, pues será el trono de la Virgen del Carmen, marinera hoy más que nunca.

La navegante procesión se pone en marcha, el mar acaricia la quilla de las motoras cuando éstas rasgan el azul de las aguas tejiendo un encaje de filigrana y blancor exclusivo para María Santísima. El Sol dora el manto de la imagen y refulge su corona argéntea. Las aguas de la ría son el espejo del cielo, la cohetería aplaude el avance de la comitiva.

El Carmen de Camariñas, saluda a su vecina Nuestra Señora de Muxía, que va sobre una barca y ante su santuario yacen la barca, el timón y la vela, todo en piedra, que, desde antaño, escoltan a Ntra. Sra.

Camariñas es un paraíso en la Costa da Morte. No olvida a sus antepasados y, coronas de laurel, signo de victoria, son lanzadas al mar como una oración. También flores, encendidas de amor, que las olas acogen y besan.

El mar queda bendecido. La procesión regresa  a puerto. Los marineros, de tez curtida por horas de trabajo, con sol o de noche, muestran emoción y felicidad.

Se irá ocultando el Sol, testigo de lo celebrado hoy en Camariñas. Cuando la noche extienda su manto oscuro, la Luna quiere descansar y una nube la oculta para que pueda dormir y soñar. Las estrellas parpadean charlando gozosas. Los ángeles cantan las maravillas de Nuestra Señora.

Cabo Vilán erguido en su roqueña acrópolis, testigo del bramar de las olas, del canto de las sirenas, de la sinfonía de los vientos y del vuelo de las gaviotas, lanza al océano infinito sus poderosos destellos, anunciando al mundo que Nuestra Señora del Carmen es la Reina de todos los mares.

 

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