Cincuenta años sin el cardenal Quiroga

por parroquiacarballo

Falleció en Madrid el 7-XII-1.971. Le rodeaban en aquel instante don Camilo Gil, el obispo auxiliar Cerviño y Guerra Campos. Un avión militar trasladó el cadáver desde Getafe a Lavacolla. El salón noble del palacio arzobispal fue la cámara mortuoria. Los compostelanos pasaban ante los restos del prelado con la oración en los labios y el corazón.

Sentimos la sensación de que terminaba un tiempo fructífero en la diócesis por el celo del amado pastor. Se abría una etapa nueva que habría que afrontar con esperanza.

Quien desee conocer la personalidad de Quiroga vea la homilía de Guerra Campos en uno de los funerales celebrados en la Catedral; las homilías de Suquía Goicoechea en los aniversarios que le correspondió celebrar; y los artículos que cada año escribía el canónigo Díaz Fernández (Editados por la Fundación Alfredo Brañas).

Según noticias fidedignas, Quiroga dejó documentación con el encargo de que no se pudiera abrir hasta pasados 50 años. Pensamos que esta documentación estará en el Archivo Secreto de la Curia.

Estamos seguros de que en esos papeles no hay motivo por el que alguien pudiera molestarse, pero sí, el cardenal habrá querido dejar explicaciones que en su día fue prudente callar.

Pensamos en aquella situación habida en la ciudad de Compostela cuando, por orden tajante sobrevenida de Madrid, el Hospital Real tuvo que ser evacuado de enfermos y trasladarlos al hospital construido había poco en C/ Galeras. La operación supuso gran dolor para enfermos y familiares así como para el personal médico. No se libró de críticas el joven cardenal que pudo ser testigo de todo desde la galería de su residencia. El hospital de C/ Galeras pertenecía al ministerio de Trabajo. El Hospital Real albergaba enfermos atendidos por la Diputación de A Coruña. Esta alteración originó quejas.

Al cabo de un año, y tras las obras de rehabilitación ejecutadas día y noche, con lamentables accidentes, pudo ser inaugurado aquel edificio como Hostal Real el día del Apóstol de 1.954 con la presencia de Franco.

Otra situación crítica para Quiroga pensamos que ocurrió en la preparación del Año Santo de 1.965. Existía un clamor y convicción de que el papa Pablo VI vendría a Compostela. Para ello se requería modernizar el aeropuerto de Lavacolla. Quiroga se lo pidió abiertamente a Franco en el Pardo. Hubo un diálogo de gallegos, muy célebre, porque fue ante testigos. El aeropuerto, sí, se habilitó pero Pablo VI no vino a España. Había tensión entre el Vaticano y el gobierno español. El cardenal pondría su empeño en la venida del papa.

Quiroga gestiona ante el Vaticano que se autorice la lengua gallega en la liturgia.Y lo consiguió, a pesar de las fuertes resistencias a esta aprobación. (Un punto a esclarecer).Luego, el cardenal en un homenaje a Rosalía Castro, lee en la iglesia de Iria una homilía en gallego de gran calidad literaria. Nos recordaba al joven Quiroga cuando, bajo el pseudónimo de Pazos escribía en la incipiente revista Logos de inspiración galleguista.

En 25-VII-71, Año Santo, hace la ofrenda en la Catedral el propio Franco. Y Quiroga pide ante el Caudillo “por esta Galicia que tanto necesita y tanto merece”.

Quiroga, a su ya tradicional austeridad, ahora profundiza en ella tras el Concilio. Hubo un cambio notorio. Pero el cardenal que con solo su presencia llenaba la Catedral, se iba desmoronando. Dios se lo llevó cuando aún no había cumplido 72 años. Su tumba junto al Pórtico le hace inmortal y glorioso como una figura más de la obra mateana. D.E.P.

 

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