Fueron las Misiones Parroquiales un instrumento extraordinario y solemne para la evangelización de nuestras feligresías.
Queda memoria de ellas en la mente de nuestros mayores; en las fachadas de las iglesias están expuestas las llamadas “cruces de la Misión”, a veces indulgenciadas para avivar el recuerdo y propósito de los cristianos. También en las paredes del interior de los templos aparecen cruces de las misiones predicadas por estos o aquellos religiosos. Y el pueblo recordaba agradecido el nombre de los devotos que se ofrecieron para sufragar los gastos de la Misión.
Esto fue el pasado. ¿También en nuestros días la Misión es medio de evangelización? Indudablemente sí. Pero los tiempos son otros. Los horarios de quienes trabajan o estudian, la velocidad y premura con que llevamos adelante tantas preocupaciones… todo ello obliga a saber programar y elegir temas que animen a la renovación de la vida cristiana.
La Misión que hoy se clausura en Carballo ha contado con el acierto de llegar a todas las parroquias, más aún, a todas las iglesias y centros de la tercera edad.
El temario nos ofrecía los sacramentos, de forma positiva, como aliciente a ser fieles y consecuentes con lo prometido en el bautismo y a un proyecto de vida que nuestros mayores, con su palabra y ejemplo, quisieron para nosotros.
La imagen peregrina del Apóstol Santiago se hizo presente en todas las comunidades. Santiago, primer evangelizador de nuestra tierra, ha evocado las raíces profundas de vida cristiana que hay en Bergantiños, y las ha renovado para seguir el camino del Mensaje de Cristo, dentro de la comunidad eclesial.
Que el rocío de la gracia de Dios bendiga el esfuerzo de misioneros, párrocos y fieles. Amén