Visitando parroquias

por parroquiacarballo

Era domingo. Los niños/as se disponían a entrar en la iglesia y dirigirse a sus correspondientes secciones de Catecismo. Les acompañaban las catequistas que habían departido con ellos en el atrio y se interesaran por los que, tal vez, faltaban.

Las catequistas consiguen que los niños hagan las lecturas litúrgicas, o escenifiquen un Nacimiento Viviente. La iglesia desborda alegría, incluidos padres y abuelos allí presentes.

Observo que las imágenes tienen sus camareras que renuevan los manteles y reponen flores. Fieles devotas, tras la debida preparación, colaboran en la distribución de la Stma. Eucaristía. Y la llevan a los enfermos, que así son consolados. La Cáritas parroquial, en sus diversas secciones, está atendida por señoras que dejan sus hogares para servir a los más necesitados.

Me hago una reflexión. Los teólogos estudian viejos legajos, escriben gruesos tomos sobre el diaconado femenino. Pero la realidad pastoral, que es la que afecta al Pueblo de Dios directamente, nos la ofrecen tantas parroquias que armónicamente, en acción bien conjuntada ante los nuevos tiempos, sirven a la evangelización de nuestras comunidades.

Así tenemos una iglesia samaritana, como aquella mujer de que nos habla San Juan (IV, 29 s.) que llevó Cristo a sus paisanos y estos creyeron en él. O como aquel samaritano (Luc. X, 30 s) que interrumpe su viaje y gasta sus dineros para atender a un desconocido herido.

¿Será que la Iglesia es femenina? Ella es Madre y Maestra, dijo S. Juan XXIII. Porque enseña el Mensaje del Evangelio y da la vida de la gracia en los sacramentos.

Nos envuelve el misterio de la paterno-maternidad de Dios, que nos lleva a Él por medio de la Santa Madre Iglesia.

 

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